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Plaza Haroldo Conti

Inolvidable escritor, guionista, cronista y profesor de filosofía y latín.

En la plazoleta ubicada en la Costanera Sur, en la intersección entre la Avda. Belgrano y la Avda. Tristán Achaval Rodríguez, se recuerda a Haroldo Conti, uno de aquellos tantos argentinos que lucharon por la libertad durante la última dictadura militar (1976-1983).

El lugar esta impregnado de una atmósfera solemne. Será que la memoria de este hombre que dio la vida por su país flota en el aire.

La plaza forma un triángulo rodeado de altos árboles autóctonos que ondulan suavemente con la brisa húmeda del río. En un vértice de la misma se alza una escultura que data de 1937, realizada en mármol de Carrara: La Ola. Representa a una bella mujer rodeada por la fuerza del mar, y es obra del argentino Nicolás Isidro Bardas.

Frente a ésta descansa una placa de bronce conmemorativa: "Haroldo Conti. 1925-1976. Escritor y guionista desaparecido durante la última dictadura militar".

El inolvidable Haroldo nació en Chacabuco, provincia de Buenos Aires. Allí, los habitantes no se olvidan del aniversario de su muerte, y lucen en cada aniversario una escarapela argentina del lado del corazón.

Conti escribió siete libros, se destacó 'Mascaró, el cazador americano' que obtuvo el premio Casa de las Américas. También guiones de varias películas se basaron en sus novelas. Y además, fue profesor de filosofía, de latín y cronista, entre otras cosas.

Era miembro activo del Partido Revolucionario de los Trabajadores, y su afinidad con la dictadura cubana de Fidel Castro no fue ningún secreto. Sus actividades políticas le costaron la vida.

Una noche de Mayo de 1976, una brigada de Inteligencia del Ejército Argentino irrumpió en su casa, aporreó a su mujer -Martha Scavac- durmió a sus dos hijos con cloroformo, y lo desapareció para siempre.

Hoy en la plazoleta que lo recuerda algunos troncos reposan sobre el pasto a forma de bancos. Los visitantes se suelen sentar un rato allí para descansar y observar el río. La mujer de la escultura los observa impasible, haciendo guardia frente a la placa de Haroldo.