Premio Clarín Novela 2023. ¡¡¡Falta menos...!!!
¿Quién gana el premio 2023?
La edición 25 fue para "El desierto invisible".
la crónica de Clarin cuenta que....en una cálida velada en el Teatro Colón se conoció finalmente el nombre de un nuevo ganador del Premio Clarín de Novela, en su edición 25: Miguel Gaya, cuya novela El desierto invisible, se impuso por sobre más de 800 libros enviados al concurso.
"Por fin se lo han dado a una joven promesa", se rió Gaya, de 69 años, al recibir el premio. "Pero es la prueba –siguió– de que el premio es libre y amplio en las consideraciones del jurado. Es un premio a la perseverancia, a la obcecación, me presenté seis veces y fui finalista cuatro. Tres veces con la misma novela. Tuve que escribir otra. Y cometí el error de escribir una novela ‘histórica’. Lo veo a Botana y quiero saltar por la ventana, porque me he tomado todas las libertades del mundo".
De inmediato, agregó: "Se lo dedico a estos cinco colegas que estaban esperando como yo. Es duro volver a casa. Uno se pregunta para qué estamos acá. El valor es escribirlo, algo que ha sido leído. Todo escritor busca su lector. Sostener un premio 25 años es no un milagro, pero sí una decisión que debe ser reconocida. Mi agradecimiento al jurado y al prejurado que hicieron visible mi desierto invisible. Y también para mi esposa Mónica, que me llevó a casa tres veces. Hoy no volvemos a casa. Hoy comemos afuera".
Antes de que Gaya dijera estas palabras, la noche empezó con la llegada de los invitados, que de a poco fueron poblando uno de los salones del Teatro Colón. Es la primera vez que el Premio Clarín Novela, que ya lleva un cuarto de siglo de entregas ininterrumpidas, se anuncia en uno de los teatros más importantes del mundo, inaugurado en 1908.
El Salón Dorado, donde se fueron ubicando los invitados, es de inspiración francesa, y evoca al Grand Foyer de la Ópera de París. El Salón Dorado es centro permanente de conciertos de música de cámara, conferencias y exposiciones.
Luego de un cóctel de bienvenida, mientras personalidades del ámbito de la cultura se ponían al día e intercambiaban comentarios, los invitados pasaron al Salón y empezó la ceremonia.
El primero en hablar fue Ricardo Kirschbaum, Editor General del diario Clarín y Director de la Revista Ñ. Manifestó la emoción por el reencuentro en un espacio patrimonial como el Colón, "ícono cultural y orgullo de los argentinos":
"Emoción también por abrir esta ceremonia en la que se develará quién se llevará el Premio Clarín Novela, que celebra su 25° edición consecutiva. Detengámonos un momento en este dato: hace 25 años que repetimos este acto, una rutina inusual en medio del permanente temblor argentino". "Todo emprendimiento en este país imprevisible es difícil y azaroso. Y si es un emprendimiento cultural las dificultades se multiplican", agregó más adelante en su discurso.
"Siento una enorme emoción –señaló Kirschbaum– porque en pocos días más aparecerá el número 1000 de nuestra revista cultural Ñ, que no hubiera podido nacer sin el talento de su primer editor Juan Bedoian, que tuvo el atrevimiento de dejarnos desolados el último domingo de noviembre del año pasado".
"Tengo la satisfacción de haber estado en la génesis de ambos proyectos culturales. En el Premio Novela, que se ha instalado ya como una referencia en la literatura hispano parlante por las buenas razones y sobre todo por su transparencia reconocida".
Además, expresó que "tanto en el Premio como en nuestra revista cultural solo nos guía la excelencia y calidad de las obras y de los artículos y columnas. No discriminamos, a pesar de que varias veces hemos sido discriminados".
Citó por último al periodista y escritor Tomás Eloy Martínez: "Él decía que el periodista es ante todo un testigo, acucioso, tenaz, comprometido con la verdad, pero solo un testigo. En el honesto testimonio del periodista está su mejor capital. El periodismo, escribió Martínez, no es una camisa que uno se pone para ir al trabajo. Es algo que respira con nosotros y ama con nuestras vísceras y nuestros propios sentimientos. Ese es un compromiso de vida y de resistencia que tratamos de honrar cada día".
Luego fue el turno del Premio Ñ a la Trayectoria para el historiador Natalio Botana. Y finalmente, el momento más esperado de la noche: la apertura del sobre que develó el nombre ganador, que se lleva 1.000.000 pesos y la publicación de su libro por el sello Clarín-Alfaguara.
En la previa, se vio un video con la historia de los 25 años del galardón y muchos de los ganadores que aparecieron en pantalla estaban en el público, como ya es tradición. La primera edición la ganó Pedro Mairal con una novela ya emblemática, Una noche con Sabrina Love. Otros ganadores del premio fueron Claudia Piñeiro, Gustavo Nielsen , Federico Jeanmaire y Agustina Bazterrica.
Y ahora sí: expectativa, nervios entre los finalistas allí presentes, apertura del sobre. Miguel Gaya, el ganador, subió al escenario, poco después de abrazarse con Mónica, su esposa, a quien le agradeció especialmente: "Hoy no volvemos a casa, hoy comemos afuera", le dedicó con humor y amor.
Nacido en Ayacucho en 1953, Gaya es conocido sobre todo como poeta. Entre otros, publicó los libros de poesía La vida secreta de los escarabajos de la playa, Levanta contra el viento la cabeza oscura, Colección Robin Hood y Siluetas en la corriente del río. Su primera novela, Contemplar ese animal sangriento, es de 2008 y resultó finalista del Premio Biblioteca Nacional 2007.
El Jurado de Honor, compuesto por Ana María Shua, Martín Caparrós y Carlos Gamerro escoltó a Gaya en sus palabras y luego aportaron sus explicaciones sobre la elección.
Contó Caparrós: "Después de arduas deliberaciones, nos decidimos por El desierto invisible. Lo hicimos porque es una incursión multiforme en uno de los momentos más conflictivos de la historia argentina, que tiene que ver la frontera sur. El desierto tiene la gran virtud de iluminar ese espacio y tiempo que iluminamos poco. Este autor lo hace con una pericia que fascina".
Carlos Gamerro dijo “a mi entender, uno de los valores más destacables de El desierto invisible es su recreación, imaginativa a la vez que rigurosamente histórica, de la frontera entre el mundo blanco y el indígena del siglo XIX como lugar de encuentro, antes que de separación".
Agregó: "Esta característica nos permite situar a El desierto invisible en una categoría para mí siempre atractiva, la de las utopías retrospectivas, que nos invitan a buscar, en el pasado, un camino otro al que siguió la historia, uno menos cruel y desolador".
"En estos tiempos –sumó– en que cada vez se levantan más muros, y que los descendientes de los mismos mapuches que pueblan las páginas de esta intensa novela luchan por recuperar las tierras que les fueron arrebatadas, por hacer valer su cultura y oír su voz, regresar imaginativa y emocionalmente, a través de la magia de la buena ficción, a un pasado distinto, no del que sucedió, sino del que nos contaron, puede ayudar, también, a modificar este presente todavía tan dividido, y empezar a imaginar un futuro común”.
Ana María Shua, por su parte, dijo que “hay muchos elementos de esta novela que encuentro muy valiosos, pero creo que es importante atender en particular a los personajes. Porque si había alguna tentación de llamarla novela histórica solo por la época en que transcurre, la riqueza, la individualidad, las contradicciones de los personajes hacen que este texto trascienda el género para afirmarse como lo que es: simplemente una novela de alta calidad literaria".
Además, amplió: "El riguroso, asombroso trabajo de investigación del autor, se detiene aquí por un momento y aparece con todo su brillo su capacidad de creación, su posibilidad de entretejer una prosa refinada con los claroscuros de las pasiones humanas. Dejando de lado cualquier paradigma, cualquier convención trillada, el autor hace de cada uno de estos personajes un ser humano pleno, creíble, tan equivocado y confuso como cualquiera de nosotros”.