En Boedo, una breve estadía en uno de los bares más destacados de la ciudad de Buenos Aires.
Impecable. Viejas fotografías, posters y múltiples recuerdos recrean una Argentina de mitad del siglo XX. El Margot huele rico y las mesas de madera aguardan, coquetas y bien lustraditas, a los próximos visitantes. Claro, todos los días pasan cientos y cientos de personas que se citan allí, entre otras cosas, para degustar un clásico del lugar: el delicioso sándwich de pavita.
Muy amablemente, los mozos nos acercaron una carta con tapa verde dura y letras fileteadas. La variedad de sándwiches que figuran es realmente notable y, sin presentación alguna, un cliente del lugar nos anticipó: “Acá lo más rico son las picadas”.
Allá por el año 2003, El Margot -sucesor indiscutido de la confitería Trianón que habitó en esa misma esquina (Boedo 857) entre los años 30´ y 70´- fue declarado Café Notable por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Se trata de uno de los edificios más antiguos del barrio de Boedo y mantiene, según cuentan, su estructura original.
Además, afuera, en una de las paredes del emblemático bar, se puede ver una placa que indica que, el 2 de noviembre de 2010, “La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires declara a El Margot como Sitio de Interés Cultural” por ser una “¡Esquina de sueños, bohemia y artistas del pueblo!"
Pese a nuestro apuro, quisimos llevarnos algunas fotos del lugar que respira y recuerda grandes momentos de la historia porteña y argentina. La prometedora picada quedó para una próxima visita, lamentablemente pero el café, como siempre, fue perfecto