Paseo del Dïa: ¡¡¡ Conocer el Museo Sarmiento en honor a él !!!
Allí vivió el político tras comprar una pequeña isla del Delta.
Para muchos el más grande de todos...
Domingo Faustino Sarmiento es una figura central dentro de la historia argentina. Fue escritor, periodista, presidente de la nación entre 1868 y 1874 y el principal impulsor de la educación moderna en el país. Lo que muchos ignoran es que también fue un profundo amante del Delta del Paraná y sus paisajes.
Tal vez porque el río y la selva contrastaban con su San Juan natal, montañoso, seco y árido. Lo cierto es que, promediando el siglo XIX, el autor de Facundo decidió comprar una pequeña isla del Delta, donde construyó un puente y su legendaria casa.
Se trata de una construcción de madera, con techos de tejas, una planta baja y un primer piso. Allí, Sarmiento descansó, reflexionó y escribió durante treinta años, a la vez que se convertía en uno de los vecinos que más trabajaba por el desarrollo de la zona. De hecho, hay que decir que fue él mismo quien trajo desde los Estados Unidos las semillas de pecanes, actualmente una famosa nuez del Delta. También el que, en 1855, se animó a plantar una vara de mimbre, actividad económica fundamental en estos días.
De este modo, Sarmiento llevaba adelante, en la zona, un objetivo que casi era su obsesión para el destino de la Argentina: poner en práctica los avances en el campo de las ideas y del pensamiento que se verificaban en Europa y los Estado Unidos para convertir al país en una potencia económica. Lo que el propio sanjuanino denominaba como civilizar.
Al poco tiempo de comprar su casa y de organizar unas expediciones por el Delta –en las que participaron, por ejemplo, los ex presidentes Carlos Pellegrini y Bartolomé Mitre– logró que se incrementara significativamente la cantidad de vecinos, la mayoría de familias adineradas de la ciudad de Buenos Aires.
Al parecer, Sarmiento tenía la idea de que, con un desarrollo y una planificación adecuados, el Delta del Paraná sería tan importante como el río Nilo de Egipto, mientras que las islas asemejarían el sitio a la Venecia italiana.
Luego de su muerte, en 1895, la casa del Delta circuló por varias manos hasta que, en 1966, el entonces presidente Arturo Illia declaró que aquella casa de madera debía convertirse en Monumento Histórico Nacional.