El Cementerio de Recoleta
Una de las necrópolis más reconocidas del mundo debido a las personalidades que descansan allí y a su arquitectura.
A través de las calles internas del Cementerio se reconocen obras escultóricas de diferentes estilos y épocas. De hecho, más de 70 de sus bóvedas fueron declaradas Monumento Histórico Nacional.
El Cementerio está ubicado en Junín 1790, en un predio que cambió varias veces de dueño. Originalmente esas tierras fueron cedidas por Juan de Garay a Rodrigo Ortiz de Zárate en 1583. Por aquel entonces, el terreno recibió el nombre de Los Ombúes, por la presencia de varios árboles de esta especie. Luego, las tierras pasaron por manos de distintos propietarios como el matrimonio de Fernando de Valdez e Inclán y Doña Guerrera y Hurtado, quienes donaron parte del predio para levantar un convento.
Más tarde, los terrenos fueron comprados por Juan de Narvona, quien mandó a construir una iglesia, bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar, en 1732. Tanto la iglesia como el convento fueron administrados por los monjes recoletos.
En aquellos años, la costumbre era enterrar a los muertos en los templos pero dado el aumento poblacional, se hizo necesario habilitar un cementerio.
Así es que bajo el gobierno del brigadier general Martín Rodríguez los monjes recoletos fueron expulsados de estas tierras por una reforma general del orden eclesiástico, y el huerto, las tierras aledañas a la iglesia y el convento se convirtieron en el primer cementerio público del país.
Finalmente, el Cementerio se inauguró el 17 de noviembre de 1822 y, en 1881, el presidente de la Municipalidad -Torcuato de Alvear- ordenó una remodelación que se mantiene hasta hoy.
En este lugar descansan los restos de numerosos personajes ilustres de la historia vernácula: Domingo F. Sarmiento, María Eva Duarte de Perón, Luis Federico Leloir y José Hernández, entre otros.