Isidoro Cañones
Un entrañable chanta porteño...
01-02-2011
Don Julián de Montepío nació en diciembre de 1928 en el diario La Razón. Las cualidades del personaje estaban bien definidas: un playboy, con aire de millonario. Durante años, las aventuras de Julián se encontraban en la última página del mencionado diario, hasta que en 1930 apareció Patoruzú, el simpático indio del sur.
Finalmente, en 1935 -Dante Quinterno, creador de Parotuzú y Julián de Montepío- convirtió a este último en Isidoro Cañones: un amante de la vida lujosa, fanático de las carreras de caballos, chanta porteño y bon vivant.
Isidoro buscaba diversión permanente y recorría todas las fiestas porteñas. Lucía polera negra, mocasines impecables, saco cruzado y peinado a la gomina. Encarnó así al típico galán de la noche de los años 40, rodeado de una barra de amigotes y hermosas mujeres.
La historieta tenía una trama sencilla. Isidoro vivía en una mansión con su tío, el Coronel Cañones. Buscaba vivir sin trabajar y su tío no lograba convencerlo de cambiar de vida.
Día a día Isidoro se metía en nuevos líos. Por fortuna, siempre contaba con la ayuda del mayordomo Manuel que solía apañarlo y muchas veces llegó a prestarle sus ahorros para sus travesuras.
En 1968, Faruk se incorporó al equipo de guionistas de Quinterno y el mundo de Isidoro se amplió. Es así que pronto ingresó un nuevo personaje a la historieta, Cachorra Bazooka: una rubia elegante y estilizada, amigovia de Isidoro.
En fin, quienes leyeron la historieta, no pueden dejar de ver a Isidoro en las calles de Recoleta, tomando un whisky en La Biela o paseando en su descapotable rojo por la Avenida Alvear.