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El Hipódromo de Palermo

Desde sus comienzos, supo imponerse como un ámbito repleto de glamour y estilo.

Allí, el fanatismo por el turf deja espacio para la contemplación de una elegante obra arquitectónica de la Belle Époque, en donde se conjugan las apuestas y los placeres de la buena vida.

Inaugurado en 1876, el predio cuenta con tres pistas de arena cava, de las cuales dos son utilizadas para el entrenamiento y vareo de los caballos y la tercera, despliega su extensión de 2400 metros de mezcla de diferentes materiales.

El salón Tattersal, obra del arquitecto italiano V. Cestari, es el lugar preferido de grandes personalidades para fastuosos festejos de etiqueta. Entre tanto, el pabellón de socios, es la sede del encuentro entre políticos y figuras del establishment.

El paisaje se completa con encantadores jardines decorados con esculturas y escalinatas que invitan por los laterales a la pista y a las tribunas.

Entre las alternativas para el entretenimiento, es posible disfrutar de bares y confiterías, entre las cuales se destacan el Salón Oval y el restaurante París, y las dos salas de Slots con más de mil máquinas tragamonedas.

Desde sus inicios, la meca del turf argentino se hizo notar para la mayoría de los rioplatenses. El día que abrió sus puertas, ni los trenes ni los tranvías dieron abasto. Diez mil personas vibraron tras el triunfo de Resbaloso, el gran ganador de la primera vuelta.

Entre los renombrados personajes que visitaron este espacio a lo largo de su historia se encuentran los jockeys Máximo Acosta y Domingo Torterolo y los recordados pura sangre Old Man, Botafogo, La Misión y Yatasto.