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Si viajas al litoral...para sentirte un habitante del Paraná

El río Paraná tiene historias espectáculares para disfrutar todo el año. Aquí una de ellas...

Me habían hablado mucho de esta experiencia (que no es religiosa…o sí, pero de otro tipo) y no me quedó otra que aceptar para conocer de qué se trataba.

-¿Cuándo dije?

-Ni bien llegue el micro te aviso. El viernes seguramente nos estamos viendo, apuró Gonzalo como para dejar todo confirmado.

La “Misa” como se conoce a esta experiencia turística tiene distintos momentos entre los que se destacan un city tour histórico y cultural por la ciudad, vivir la experiencia termal y por último disfrutar el río desde su naturaleza y su gente, conviviendo con pescadores artesanales, escuchando su música y saboreando por supuesto el tan cotizado pescado de río.

Se hace cuando vienen contingentes a la ciudad de La Paz, Entre Ríos, y esto sucede tanto los fines de semana largos como cuando un grupo decide ir a conocer a esta bella ciudad entrerriana.

Finalmente llegó el viernes y el viernes finalmente comenzó todo…

Luego de dejar las valijas en el hotel, el grupo de turistas comenzó a caminar las calles de la ciudad junto a la compañía de los guías turísticos (Belén González y Héctor González), haciendo paradas en la plaza principal 25 de Mayo, conociendo la interesante arquitectura de la iglesia local, llegando hasta la zona del puerto y caminando por la costanera hasta el faro, todo junto a la compañía del correntoso río Paraná.

A la tarde, las termas de La Paz ganaron protagonismo y pocos pudieron resistírseles.

Más cuando se enteraron que las mismas tienen aguas tan hipersalinas como las del famoso Mar Muerto, que permiten flotar fácilmente a cualquiera aún sin querer hacerlo.

Esta aguas, que son el orgullo de los vecinos paceños, tienen las mismas propiedades que otras termas de pequeñas ciudades europeas de Alemania, Francia y Suiza y además se las puede disfrutar hasta la llegada de la noche, siendo el fuerte de las mismas el atardecer junto al río Paraná.

“Ahora a la cama y a hacer noni como bebes” les dijo Gonzalo despidiéndose del grupo en el hotel para avisarles que al otro día la movida seguía pero desde el agua y embarcados.

Y fue así…

Repartidos en distintas lanchas, los turistas comenzaron a conocer los distintos recovecos que tienen el río Paraná y sus islas.

Aves con cantos y nombres impensados pasaron a formar parte del conocimiento que los turistas se llevaban de esta singular geografía, donde la flora y fauna permanecen vivas todo el año.

El Rancho Cultural, a orillas del río, fue el merecido descanso y lugar de encuentro para hacer costa y empezar a entender de otro modo a quienes viven a la orilla del río.

Nos recibieron “los López”, un gran familia de pescadores, cocineros y músicos de buena cepa que nos hablaron de pescas inolvidables, de dorados y surubíes gigantes y de otros peces tan sabrosos que terminaron en un plato de comida como el que nos sirvieron allí.

Entre clásicos chamamés y chamarritas fueron pasando las horas hasta que el grupo decidió volver al hotel, para seguir haciendo termas y para ya sobre el final del fin de semana, darnos una vuelta por la fábrica de Chocolates Alto del Paraná para llevarnos un exquisito recuerdo.

La misa, que duró todo un fin de semana, logro que decenas de fieles al litoral estén pensando en volver lo antes posible.