Chau Mielcitas....Chau Naranjú....¡¡¡¡Cómo los vamos a extrañar !!!
Todo tiempo pasado fue mejor, dicen los viejos. Y es que de chicos todo era único, enorme, infinito
Entre los productos elaborados por Suschen pueden enumerarse las famosas "Mielcita", los alfajores "Cachito", "Suschen" y "Loquillo", los bocaditos "Flecha" y "Girasol"
El "Naranjú", que fuera un emblema de los jóvenes de la generación del 80 era una original mezcla de golosina y jugo que empezó a comercializarse en los años 8o y pico y al día de hoy todavía se consigue en algunos kioscos del conurbano.
Gracias totales por lo que endulzaron la niñez de varias generaciones de argentinos
Soy leyenda....
Se inventó hace más de 30 años, valía 10 centavos y jamás tuvo publicidad. Fue furor por su original sabor y su precio hasta mediados de los ’90. Y aunque desapareció durante algunos años pero hoy todavía se consigue, hasta el día de hoy que parece haberle puesto final a su historia para siempre.
Se creó a principios de los años ’80, jamás tuvo publicidad y costaba $0.10. Es improbable no haberlo consumido. En tiempos en los que funcionaba el Ital Park, los cassettes se rebobinaban con una lapicera, circulaban billetes de 1 peso, se leía “Anteojito” y “Billiken” y el “Atari” era lujo de la tecnología, en los kioscos se vendía “Naranjú”, una sabrosa mezcla de golosina y jugo que fue furor hasta mediados de los ’90 y que desapareció durante algún tiempo, pero que volvió en silencio y al día de hoy todavía se consigue en algunos kioscos.
¿Delicia o nostalgia? El “Naranjú”, en sus múltiples sabores, es una golosina que al día de hoy está envuelta en mitos por su envase y sus ingredientes. Sin dudas, su éxito tiene tres claves: salía de lo común de las golosinas, era refrescante y sobre todo barato.
En Argentina, desde siempre, fue fabricado por “Suchen S.A”, una empresa argentina fundada en 1976 con sede en la localidad bonaerense de Rafael Castillo, en el partido de La Matanza.
Sin embargo, el mismo producto se conseguía en otros países de Latinoamérica bajo distintos nombres o marcas: marcianos, chupps, helado en bolsita, sabalito, charamusca, vikingo, boli, bolo, hielito, cubo, chupichupi, saborín, duro frío, raspaíto, etcétera.
Existen decenas de blogs de Internet que al día de hoy siguen aportado mitos y verdades sobre el “Naranjú”, aquel “jugo” envasado históricamente en un pequeño sachet, cuya gracia estaba en chuparlo congelado, mordiendo primero un extremo del envoltorio para absorber el jugo que poco a poco iba derritiéndose.
Hay tutoriales en YouTube que dan recetas caseras para fabricarlo. Hay empresas que venden la preparación lista para congelarlo en Mercado Libre; como también varias páginas en Facebook con hasta más de 40.000 usuarios nostálgicos de esta golosina, encuestas para elegir el mejor sabor y peticiones del estilo “Que vuelva el Naranjú”.
Lo bueno es que volvió y aunque digan que ya es su fin, muchos pensamos que algún día volverá a sorprendernos en el quiosco de la esquina o en esa cosa rara que los chicos chupan y muerden, de color naranja, congelada.....
Si, el famoso Naranjú